Thursday, April 24, 2008

La escuela y otras calamidades

Enero 2008

Carta a la primera Miss

Miss Lety;
De antemano gracias por su comprensión, es difícil como mamá dejar a mi bebé y no tener la certeza de que ella sabe que es sólo por un ratito y que estará más feliz ahí que acompañándome a hacer diligencias o luchando conmigo y con sus abuelos para que dejemos el trabajo y juguemos con ella.
En fin, como todo crecimiento en la vida implica una adaptación y un poco de dolor, que espero pase muy pronto.
Como usted sugirió, le escribo aquí algunas cosas que es importante saber de Emilia y otras que la ayudarán a entenderla y establecer más rápido un vínculo.
Emilia ha estado desde que nació siempre en compañía de su papá, sus abuelos maternos, o mía, nunca la he dejado en guardería, ni sola o acompañada de alguien que ella no reconozca como parte de la familia. En la casa sólo tiene contacto con adultos, por eso cuando ve niños, se pone feliz, especialmente le llaman la atención los bebés a los que llama “nené” parando los labios como si fuera a tocar una trompeta. Sin embargo, hay que tener cuidado, pues Emilia suele agarrarles la cara como si quisiera quedarse con su nariz, o jalarles el cabello para asegurarse de que no se cae como el de Lucio (el perro de la casa, que le deja las manos llenas de pelos). También tiene la mala costumbre de morder, aunque ya menos frecuente. Le aseguro que a pesar de todo, Emilia es muy cariñosa e inteligente. Cuando nos ha lastimado, sabe que hizo algo indebido y lo compensa con una lluvia de besos, caricias y abrazos, bálsamo eficaz que hace olvidar cualquier agresión previa. Claro que estas demostraciones de arrepentimiento, no las manifiesta con personas a las que no les tiene cariño, lo cual habla de una persona franca, que no se anda con hipocresías.

Pasando a un tema, digamos, pantagruélico, quiero decirle que Emilia no suele hacerse popó en el pañal. Cuando siente la necesidad, reproduce un sonido propio de un pujido, y la cara auténtica de un tremendo retortijón, como aviso efectivo de lo que está por venir. Si usted está pendiente, y en el acto logra llevarla al escusado, bajarle el short, quitarle el pañal y sentarla, verá que no tendrá que limpiar inmundicias, ni soportar malos olores. Es importante mencionar, que a Emilia no le gusta quedarse con el short en los tobillos, como hacen la mayoría de los mortales, y habrá que liberarla de él justo después de haberla sentado en el retrete.
Como ir al baño no es cualquier cosa, y toma algo de tiempo, es imprescindible ofrecerle algún material de lectura que pueda interesarle, y no forzosamente este tendrá que tener ilustraciones, en casa, puede pasar horas entretenida con una carpeta del Gymboree que sólo contiene fichas técnicas llenas de texto sobre aspectos que instruyen a los padres (aunque nunca las hemos leído) en la estimulación temprana de los infantes, y una hoja que le inserté con payasito para colorear.
Una vez que Emilia haya hecho popó, o usted decida, a pesar de ella, que ya es mucho el tiempo que le ha dedicado a esta actividad, puede usted levantarla y pedirle que se despida de sus heces antes de hacerlas desaparecer.

En lo que respecta a sus alimentos, no es de muy buen diente. Le gustan los sabores fuertes: el limón, la sal y el chile piquín (como a su abuelo). También saborea lo verde y pequeño, como los chícharos, ejotes, aceitunas, incluso los nopales picaditos.
Hace unos días descubrimos lo bien que come lo que lleva salsa catsup, y aunque la crema le encanta, no sirve de nada aderezar con ésta algo pues sólo la chupará.

Usted disculpará Miss Lety si Emilia no llega al Kole muy bien peinada. O si su raya está como carretera de curvas peligrosas. Pero es que nunca se está quieta, y toma a juego cuando le digo que no debe moverse mientras la peino. En ocasiones hasta se me escapa para provocar que yo la persiga.

Poco a poco ya la irá conociendo. Es un angelito un poco travieso, pero devoto, y lo comprobará usted cuando la vea santiguándose: hace con su manita una seña sobre su cara (una cruz surrealista y abstracta que más bien parece un infinito vertical) y besándose los deditos. Eso sí, con mucho fervor.
No le mando esta carta Miss Lety porque ahora que la estoy terminando, me doy cuenta que de nada serviría, pues día con día cambia y nos sorprende. Pero que quede ésta de testigo de lo que hoy es mi Emilia.

Su mamá


Abril 2008


Ayer cuando la Sra. O dejó a Emilia en el Kole, Miss Lety le pidió amablemente que esperara pues la directora estaba despidiendo a una persona pero quería hablar con ella. Fue entonces cuando la Sra. O recordó sus años de colegiala y sintió miedo. Cuando a un alumno lo mandan llamar de la dirección, es seguro que conoce el motivo y la espera, aunque ansiosa, puede convertirse en valiosísimos minutos para elucubrar una o varias explicaciones, excusas o coartadas que reivindiquen su postura. Pero en este caso, la Sra. O no tenía más que sospechas, a las que no podía inventar una razón que la disculpara, pues finalmente no era ella la responsable directa de lo que en su ausencia hiciera o dejara de hacer Emilia.
Los niños dejaron de llegar. Los papas ya se habían ido y el atrio del colegio había quedado vació. La Sra. O empezaba a impacientarse. Finalmente la hicieron pasara donde la esperaban la Directora de Español y Miss Lety.
La recepción e introducción fueron realmente halagadoras: Emilia es una niña muy participativa, siempre alza la mano primero y hace los ejercicios como ejemplo para sus compañeros, además es cariñosa; ella junto con la maestra recibe a sus compañeros con un fuerte abrazo y un beso sincero; le encanta ayudar y les recibe a todos sus mochilas mismas que acomoda en un lugar destinado.
La Sra. O se irguió como pavo real y reafirmando lo dicho por la maestra dio varios ejemplos de cómo Emilia en su casa demostraba cariño, gusto por involucrarse y ayudar.
Entonces retomaron la palabra las autoridades escolares y se hizo el silencio. Estaban realmente preocupadas porque Emilia mordía.
La Sra. O recordó que el día anterior Emilia se mordía el brazo y repetía constantemente: Ana, Ana. También el abuelo había comentado que Emilia le contó que mordió a Ana, y cuando su papá llegó de trabajar también lo había enterado del asunto.
-Mordió a Ana, dijo la Sra. O.
-Sí, dijo consternada la maestra,- y quién sabe cómo pero la mamá de Ana sabe que fue Emilia. La señora tiene varios hijos y aunque entiende, no deja de sentirse enojada.

Emilia había mordido a Ana en el cachete y al parecer muy fuerte porque hasta hielo le pusieron. La Sra. O preguntaba a la directora qué debía hacer, pues no tenía más hijos y desconocía la forma de erradicar la conducta. Confesó que antes también Emilia mordía en casa, pero ya tenía algunas semanas que había dejado de hacerlo. Y lo había dejado de hacer por decisión propia, porque la Sra. O había probado todo lo que los artículos de las revistas especializadas recomiendan: la técnica de la abuela; el “noty step” de su comadre la inglesa; el grito desesperado; regresarle la mordida y otros más que no causaban en Emilia más que risa. Desafortunadamente ni la directora ni la Miss Lety, tenían una solución.


Mayo 2008

Cronología de los hechos que siguieron a la plática con las maestras

En las semanas que siguieron a la plática con las maestras, la preocupación de la Sra. O en fue en aumento. Cuando parecía que todo mejoraba, vuelven a llamar a los Sres. O y les solicitan contratar una sombra para que cuide a Emilia y evite sus agresiones. Los inexpertos Sres. O un poco asustados aceptan pero cuando Ani la madrina se entera monta en cólera y los hace reaccionar para que no lo acepten.

01
Después de varias opiniones, los Sres. O hablan con Marijó, una psicopedagoga compañera de trabajo de la Sra. O. Marijó impresionada por los aspavientos que hace el Sr. O cuando habla, asegura que la niña es ansiosa por herencia y que habrá que canalizar su ansiedad de otra forma. Los Sres. O sugieren al Kole la visita de Marijó para que observe y oriente a la maestra y a los padres.

05
Marijó tras varias sesiones, opinó que la inexperta maestra jugaba el rol de secretaria de los 15 licenciaditos y que estos eran tan exigentes que no se daba a basto. Por otro lado la Sra. B amiga de la Sra. O, atestiguó como la maestra estaba sola con 15 niños (desquiciada porque unos se le escapaban, otro se embarró de popó y además no quería soltar de la mano a Emilia no fuera a morder a alguien) mientras la ayudante regresaba al Kole muy campante de la tiendita comiendo papas.

15
Emilia vuelve a morder. La directora del Kole sugiere nuevamente la sombra, y que no se presente Emilia mientras no se le haya contratado. Los Sres. O deciden sacarla.

20
Después de que la Sra. O visitó varias escuelas y queda encantada con la Miss T y el Colegio D, Emilia entra a esta nueva escuela y recibe una calurosa acogida.



Julio 2008

La Sra O trataba de recordar si la concepción de Emilia no había coincidido con la afición del Sr. O por las novelas de vampiros.
Pero aquel instinto caníbal fue disminuyendo a medida que su boca se ocupaba en ordenar letras, maniobrar palabras, reproducir frases y aplicar conceptos. En fin haciendo esto lograba resultados mucho más precisos y de más provecho que enterrando sus colmillos.

Después de haber pasado la prueba de admisión en el Colegio D (tras un mes con saldo limpio, dos intentos fallidos pero 10 mordidas en su contra: situación que reivindicaba su imagen y la colocaba en posición favorable) llegó a Londres a atemorizar con sus finos colmillos no sólo a su prima Inés de 3 años, sino a María de 9 y Rafaela de 8.

La impresionó el Big Ben que había visto antes en los libros (The Backyardigans pag.3 y Peter Pan ) pero eso no evitó que recorriera los parque en su nuevo patín del diablo, al acecho de cualquier inglesito incauto que creyendo en su dulzura, se dejara tomar la mano cariñosamente para recibir el beso letal.

Sin embargo a su regreso a Cancún mostró un comportamiento aceptable en los cursos de verano. En tres semanas sólo una mordidita recibió su viejo compañero del Gyboree, Andrés. Pero eso sí, sorprendió a todos con su decidida colaboración con la ecología y el presupuesto familiar, pues dejó de usar pañal durante el día. Por supuesto hubo algunos accidentes, (entre los más sorpresivos cuando se hizo pipí en casa de los abuelos sentada en el regazo de la Sra. O) pero sin duda ese verano Emilia dejó atrás la etapa de los peligrosos colmillos y como ella misma declaró: Ya no era una bebé, sino una niña chiquitita.


Septiembre 2008

Cuando todo parecía marchar mejor, Emilia empezó a sentirse a sus anchas en el Colegio D. Ya no tenía que portarse bien, pues empezó a ver que ahí los niños mordían, jalaban pelo y empujaban. Sí que pensó “de aquí soy” y comenzó nuevamente a las andadas, propinando de vez en cuando jalones de pelo y mordidas a quien tuviera cerca.
La Sra. O sin embargo, ya no estaba tan preocupada. La Miss T del Colegio D parecía ser experta y lo controlaba bastante bien. Al menos Emilia salía siempre con una sonrisa en la boca, y decía “Fulano mordió a Perengano; Zutano jaló el pelo a Mengano; Mordí a Diego; Le jalé el pelo a Ivanna”. También de vez en cuando mostraba como si fuera un trofeo, la marca de unos dientitos marcados en el brazo o la pierna y comentaba “Me mordió Mariandré”.

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