Monday, June 25, 2007

Por su propio pie

El 14 de Junio de 2007 en San Andrés Tuxtla, Veracruz, la tierra natal de su abuelo, su bisabuelos y otros ancestros, mientras su padres desayunaban con su tío- abuelo “El Chaparrito” en el conocido café del Hotel del Parque, Emilia tiraba de la mano de su madre, de su padre y de quién se hubiera dejado, para que le permitieran pasar esa frontera que se interponía entre la mesa que ocupaba su familia y el territorio desconocido de la mesa contigua.
Lo único malo era que Emilia estaba limitada por la corta longitud del brazo que la sostenía. Claro, también se podía detener de la silla, o de alguna pierna, pero aún así, no llegaría muy lejos. Ya había intentado gatear hasta el otro lado, pero en cada intento, su madre, instantáneamente, interrumpía su amena plática para reprimirla.
-¡No Emilia!, ¡no te arrastres que el suelo está muy sucio!
-¡No Emilia!, ¡no lamas el suelo, mi vida!
Por eso Emilia pensó que definitivamente había llegado el momento. Sus papás estaban muy entretenidos y no había otra forma de llegar hasta allá, si no era por su propio pie.
Así que, como quién no quiere la cosa, se lanzó sola a recorrer un par de metros, asumiendo los riesgos que esto implicaba.
Su hazaña provocó que la plática se interrumpiera. Y cuando llegó al otro lado, el silencio que la acompañó en su recorrido, se rompió y recibió un merecido vitoreo que la hizo sentir muy bien.
-¡Bravoooooo!
Definitivamente estaba dispuesta a hacer cosas intrépidas como esa a cambio de esos aplausos.



En su regreso a México estuvo sentada en el coche. Aunque pararon en Orizaba, y pudo tomarse una foto con la famosa Hormiga con su paraguas, y el Negrito Bailarín, no tuvo oportunidad de caminar pues casi siempre estuvo cargada. Lo mismo pasó al llegar, los brazos de sus abuelos, de su madrina, los de sus tíos y hasta sus bisabuelas la estaban esperando. ¿Para qué esforzarse, si con un simple gesto le cumplían sus deseos?
¡Qué linda fiesta le hizo su madrina! Partieron una piñata de Tigger y un pastel de Bu, (una niña de colitas como las que le hicieron ese día a ella).


Por eso, no fue sino hasta un día antes de cumplir el año, cuando volvió a caminar completamente sola. Sucedió en Cancún, en la oficina del Arquitecto Fer Almeida. Mientras su mamá le ponía y le quitaba cosas a unas hojitas y Fer Almeida atendía su teléfono, que sonaba una y otra vez, Emilia se aburría, pues había inspeccionado todo lo que tenía a su alcance, y sufría nuevamente las censuras de su madre que no quería que gateara en el piso. Entonces Emilia vio llegar a una señora con una escoba y un recogedor, y curiosa por descubrir lo que la señora hacía, aprovechó una distracción de su madre y decidió lanzarse y romper un nuevo record, que la llevó a recorrer más de 4 metros. Desde ese día, Emilia se mueve por donde se le antoja, con la esperanza de encontrar algo interesante, de preferencia, una escoba.

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